La Muerte Toca dos Veces.

Mi sabio Padre solía decir que si en las solitarias madrugadas tocaban a la puerta, debíamos estar pendiente de dos cosas, primero, si era un toque, era un espíritu que andaba tras de ti, si eran dos, había que tener cuidado porque seguramente era la "Pelona", buscando a quien llevarse. 

El sonido del aire acondicionado rompía la monotonía de la noche, a ello se sumaba el tintinear del agua que se derramaba a cuenta gotas clamando no ser desperdiciada. El aire era espeso, en el sueño profundo un hombre había sido encerrado en un baño, se encontraba ansioso y atemorizado, huyendo de esas cosas que no sabes que son, pero que te causan un gran temor. Del otro lado de la puerta, una mujer y un hombre tocaban desesperadamente. Adentro, el ambiente se tornada pútrido y la visión se nublada. Una y otra vez el "Toc Toc" acompasado y lleno de desesperanza irrumpía la esquizofrénica escena. Las imagénes se diluyeron y el hombre se encontró sobre su cama, sintió que su espíritu se incorporó a su cuerpo que yacía, como un cascarón vacío sobre las frías e incoloras sábanas, con los ojos abiertos. Poco a poco fue regresando la visión y sobre el denso aire nocturno, se incorporó. 

Apartó la bruma invisible y colocó sus pies sobre el helado suelo, en ese instante, la Muerte llamó a la puerta. "Toc Toc", no hubo exaltación ni asombro, pues temía lo peor, esperaba encontrar un río de sangre bajando por la escalera y la estancia vacía, sin esperanza de que algún corazón latiera esa noche. Se asomó por la ventana y observó la reja del jardín abierta, ya no quedaba duda, alguien había sido asesinado aquella noche.  

Lo primero que miró fue la hora, esperaba derrotado que el reloj marcara las 3:00 a.m., ya que es la hora perfecta, la del "angelus", el momento ideal para que la masacre ocurriera. Para su sorpresa, era un poco mas de las 5:30 a.m., eso le dio un poco de calma. Antes de abrir la puerta colocó su oído sobre la añeja madera, tratando de encontrar algún sonido que diera indicios de lo que estaba sucediendo. Nada pasó. La calma era ensordecedora, el aire acondicionado era ya imperceptible. Abrió la puerta y encontró más oscuridad, no había sangre ni cuerdas, ni menos un cuerpo degollado cuyas partes estuvieran esparcidas por las escaleras. Se asomó despacio, abriéndose paso entre la neblina espesa e invisible que empañaba sus ojos, subió lentamente los escalones y el tintinear del agua encrispó sus sentidos. El aire estaba áspero, su respiración se tornó pesada y casi ni pudo pronunciar palabra. 

Todo está bien, suspiró. 

Cerró sus ojos y se encontró de nuevo con el pasado. Allí estaba ella, la desconocida, recordándole cada pecado. Lo único que él sabía hacer era obedecer. No era un monstruo ni un pecador, no lo consideraba así, pero el recuerdo del niño muerto le arañaba el cerebro una y otra vez. Se retorció entre las sábanas y miró sus manos cubiertas por el carmesí de la sangre, casi angélica, de áquel niño, que aunque estaba deforme, no merecía su destino. Le arrancó la piel como quien desprende el envoltorio de un regalo. Sus entrañas no sintieron repulsión, vació la sangre en baldes de color azul y acarició el rostro, ahora indeleble en su memoria, del niño muerto. Otro hombre, de cabello blanco, observaba con placidez la dantesca escena. Sorbió un poco de vino y se sonrió, dejando entrever sus amarillos y desgastados dientes.

Los delicados y adorados huesos, cubiertos de un tierno y hemático color rosa, aún calientes, quien sabe por qué, fueron envueltos en plástico azul, como las lágrimas de Sabina. 

Las dos chicas, una rubia, con gran porte y altivez, la otra morena de exóticos ojos verdes, se bañaban desnudas en una especie de balde gigante en medio de la oscuridad y en aquel baño putrido y desesperanzador. Debajo de ellas, los huesos crujían reclamando libertad y descanso eterno. 

Una niña se acercó y entregó dos huevos, de ellos nacerían el salvador de la humanidad, pero también el anticristo. Emergieron dos polluelos, uno de ellos blanco, con un plumaje delicado y fino que destilaba un aroma exquisito que hacía salivar, como un dulce néctar, tal vez como el maná que salvó a los Judíos. La otra ave, había emergido de su cascarón, mostrando una piel calva y áspera. Un pico largo y rosado, era casi tráslucido, etéreo. La niña lo levantó con delicadeza y dijo, el pobre ha nacido sin plasma. En ese instante su piel se tornó brillante, con nacaradas chispas de luz que causaban en los presentes una extraña aflicción. 

El hombre decidió quedarse con la nívea ave. Se sorprendió que las mujeres aún danzaban en el agua, mancillando los adorados huesos. Ya casi todo el mundo lo sabía, la culpa invadía cada centrímetro de su ser, recorriendo sus venas y desatando temerosas pulsaciones. Se dedicó a recogerlos y miró con celo al ave sin plasma, que recibía instrucciones de una voz venida desde el Hades, o eso parecía ser, se asombró al ver que podía cambiar su forma, se transformó en un diminuto caballito con cola de arcoiris. Algo en su cerebro le dijo que podía estar equivocado. 

Debía deshacerse de los huesos, llevarlos al cementerio y quemarlos en la entrada tal vez, pero eso llamaría mucho la atención, y lo que más anhelaba era realmente pasar desapercibido. Una voz de ultratumba lo interrumpió, recordándole que todo estaba invertido. Fue entonces cuando reaccionó, el Anticristo estaba suelto y él lo estaba criando. 

De pronto la escuchó de nuevo, "Toc Toc" y su cuerpo se encontró inerte, sobre la misma fría cama. Ahora flotaba sobre el aire espeso, reposando sobre los brazos de la muerte, aquella dama sin cabello había por fin acabado con sus pesadillas, terminando con el delirio de haber matado a un engendro, condenándolo a llevar consigo los rosados y dulces huesos, mientras la salvación del mundo dependía de un pollo, sin plasma y capaz de convertirse en pony, que para mayor contradicción había sido alimentado por el Dios del Averno. 

FIN.

MADONNA Y EL UNICORNIO

Cuando Morfeo decidió hacer de las suyas, me encontré rápidamente con el último Unicornio. Era un día gris, que contrastaba con el verde árbol que me arropaba, casi dejándome inmóvil, convertido en humo. Estaba flotando sobre la realidad. Con su paso elegante, caminó hacia mi costado y recostó su pesada cabeza sobre mi débil humanidad. Miré esos ojos angelicales, casi traslúcidos, tan llenos de azul y de pureza que me hacian querer invocar plegarias. Su olor era místico, algo indescriptible, no había con qué comparar el aroma tan divino y celestial que provenía de su piel, quizás sólo con el sabor exquisito del Maná que alimentó al pueblo escogido. 

Mis manos temblorosas acariciaron la delicada piel. Cada vez que se entrelazaban mis dedos con su pelaje, sentía que se expandía mi corazón en un éxtasis olímpico. Nunca rocé su cuerno, pues sentía que eso causaría una gran afrenta. Aunque balbuceaba palabras, el recuerdo es tan etéreo que perdí su significado al juntarla con mis emociones. 

Cuando miré al horizonte vi a Madonna, estaba filmando un video para su último éxito musical. Me sorprendió que no se había inmutado por la presencia del Unicornio, que luego descubrí, era de sexo femenino. Estaba casi ofendido porque no había resuelto siquiera aprovecharla para hacer algunas mejoras a su filmación. La miré fijamente mientras acariciaba el suave pelaje de la dama cornuda. Madonna vestía una malla color negra, con medias pantys del mismo tono y se mostraba muy activa y flexible. En la distancia distinguí su dentadura, los cabellos dorados y la piel blanquecina. De pronto, se acercó hasta mi, me sonrío y hablandome en perfecto Español, me preguntó como estaba y cómo me sentía, era raro que la Diva del Pop, contrario a esa imagen frívola y lejana que se tiene de las estrellas de la música, se dirigiera a mi, como cualquier vecino de comunidad. 

Su humildad me llevó a pedirle que se tomara una foto conmigo, a lo cual ella sonriendo me dijo: Si es bueno para ti, cuenta con ello. Luego se alejó y continuó bailando para su video. La Unicornio, que nunca dejó de estar recostada sobre mi pecho, de pronto se desvaneció en el suelo, comencé a gritar desesperandamente pero ya nadie me escuchaba, había quedado aislado entre las nubes, cuando miré el cuerpo equino, había cambiado de color, ahora su piel era marrón, con un pelaje negro. Gritaba ella, pues estaba dando a luz y temía morir, me sentí impotente, aterrorizado. 

La dama cornuda siguió gimiendo, sabía que sino la ayudaba moriría la cría. Me acerqué hasta su entrepierna y lo ví, primero había salido un liquido amarillento, y después, casi en un abrir y cerrar de ojos, había expulsado de su ser a un pequeño topo. Nació sin vida. Lo observé estupefacto, se veía indefenso, con sus garras encogidas y los ojos sin abrir. Sentí miedo, no entendía por qué el último unicornio había dado a luz un topo. 

¿Quién la había dejado encinta?

Yo CREO.

"Soy un Soldado del Ejército de la Iglesia de... sólo soy un Mormón y los Mormones sólo deben creer, CREER"

LLegó el domingo, era el día del encuentro con el Padre Celestial. Mi Dios Americano, tan americano como un Big Mac. Adoroba mi ropa perfectamente planchada y blanca, tan blanca como la pureza de una niña virgen. Es raro usar ese término, porque no creo en Vírgenes. Mejor diré que se asemejaba a la pureza del Espíritu o la dignidad que tanto profesamos. Pienso que nunca debimos admitir negros. Hoy usaré una corbata roja. Mi exquisito accesorio carmesí. 

Sumergió las manos en la gélida agua que corría por el lavamanos, lavó su cara y miró a través del espejo los cuerpos desnudos que habían ofrecido sus carnes a la orgía. Sonrío con endemoniado encanto y pensó que tenía que ser así, los Mormones no deberían hacerlo con cristianos.   

Estoy convencido que Dios tiene un plan perfecto para mí. Voy a ser una obra tan grande que cambiará al mundo. Ha llegado el día de conocer cual será mi Misión, el momento más importante en la vida de cualquier niño Mormón. Yo soy diferente, YO CREO. 

Los dos hombres siguieron retozando en la cama mientas el Elder salía por la puerta vestido de vanidad y bañado en dignidad. Sobre la mesa de noche reposaba el Libro que contenía la palabra del profeta. Con él, los pecados serían lavados, evitando el indetenible descenso hacia la hoguera infernal. 

Debía sonreír, ser amable y no ingerir café. Pero eso no bastaba para ser digno. Debía creer, y yo sí que creía. Estaba convencido de la existencia de las dos planchas de oro que contenían nuestras reglas y la palabra del Padre Celestial que nos conduciría a vivir en un Planeta puro, lejano y libre de toda maldad e hipocresía junto a Jesucristo. Creía en ello, a pesar de que nadie las vió nunca.

Apenas terminó la reunión fui tras él. Era un niño, un blanco y delicado ser, debilucho, de baja estatura y con menos de veinte años.  Me sentí poderoso, lo llevé hasta mi casa con el deseo de corromper su alma, porque al fin y al cabo, yo haría algo grande por este mundo. Le dije que él y yo, pero sobre todo yo, habíamos sido llamados por el Ángel Moroní para estar juntos. Que no tuviera temor, lo que pasaría esa tarde sólo tendría que olvidarlo y todo estaría bien de nuevo. Ese era nuestro pequeño truco Mormón para lavar nuestros pecados: Olvidar Todo. 

De dos en dos fuimos llamados a visitar grandes ciudades, para salvar a la humanidad del Pecado. Éramos soldados de la Iglesia de Jesucristo, puerta a puerta ofrecíamos la palabra del Padre Celestial. Nuestro maravilloso Libro, escrito por el Dios Americano, sería su salvación, el boleto mágico que haría posible el abordaje de la nave divina que nos llevaría lejos de las guerras, de las enfermedades y de la maldad humana. Yo creo en Jesús, en mí Jesús, y así como él tiene su reino, seguro yo también conseguiré un planeta para mí solo, donde gobernaré y mandaré sobre miles de lamanitas que me servirán los más exquisitos manjares. Seré grande, porque Dios tiene algo preparado para mí. 

El Embrujo de la Guitarra (5 de Diamantes)

Decir adiós nunca fue fácil, mucho menos hacerlo con rosas frente a tu ataúd.

Allí estaba ella; con sus voluptuosas curvas, sonriente e impávida. Con su descarado ensimismamiento, cuyo corazón de feldespato maldecía todo tipo de sentimientos. Su cuerpo, que antes había sido alimentado de pasión y esperanza, no aceptaba manos extranjeras. ¡Qué descaro de amor!. Sólo un golpe bastaba para acabar con su arrogancia, sólo uno.

La Habitación era oscura, rodeada de muebles de madera y bibliotecas repletas de libros. Una gran alfombra de color verde cubría el centro del salón. Un ventanal proveía de vista hacia el jardín, cuyos árboles de pino, perfumaban las desequilibradas mentes. Una cortina azul oscuro, aterciopelada y sujetada por un elegante cordón, impedía el paso de la Luz. Ahora debería estar en las tinieblas, era su condena.

¡Qué asqueada se sentía la razón!. Pidió un hábito como mortajas. La Inmunda Fe lo había arrastrado de rodillas hasta Dios. Rezaron el rosario mientras el féretro se hundía en la oscuridad terrenal, camino al paraíso oscuro. Era domingo y el ambiente se espesaba de amargura. La tristeza calló las voces de aquellos que, como Cuervos hambrientos de carroña, habían acudido a despedir a Emilie. Rosas blancas tapizaron el ataúd de la Joven, ya no había más de aquella sonrisa perlada y esa piel blanquecina que dejaba ver la azulada marca de las venas palpitantes de sangre. Ya no había más de sus cánticos nocturnos. Sus vestidos blancos y desenfadados se quedaron colgados, como la razón, en el armario de su habitación. Ni qué decir de aquella melena rubia que cubría la porcelana de su rostro, todo se había ido. Ya no había más, sólo algo era seguro; estaba muerta. 

Su habitación era un santuario. Un templo de inocencia, en cuya mesa de noche, reposaba lo único que le quedaba de su asesino, una baraja que, irónicamente, representaba el orgullo familiar: El 5 de Diamantes. En la esquina estaba ella, el único testigo mudo, sólo podía contar la historia a través de su música, pero era mezquina, su ego se alimentaba de elogios, ni la perpetuidad alcanzaría para hacerla confesar, su vanidad perenne, su odiosa e insolente altivez, la habían condenado a adornar la esquina del salón, junto a todo lo olvidado. 

Aquella tarde, cantó el Ave María como ofrenda a la Virgen. El sonido de las cuerdas de la guitarra taladreaban la mente del Padre Elías. La imaginaba desnuda, cubierta solo por un velo negro, perfumada con aceites de almizcle, el condenatorio olor de la perdición. En sueños húmedos, sus labios rozaban cada parte del cuerpo, esa piel entumecida y áspera se había convertido en una obsesión. Su enfermizo enamoramiento ya le había marcado el cuerpo. En una ocasión, tomó la guitarra y la acurrucó entre sus piernas, pero ella, rechazando el roce de sus impúdicas partes, como si se tratara de un azote divino, rompió una de sus cuerdas y le hizo sangrar el pecho, cuya cicatriz había sido cubierta por el Abate con un grabado particular. 

La niña siguió cantando. Ese tararear de ángeles le incomodaba a tal punto de odiarla. Porque ella, con su perfección, había desplazado a la guitarra en hermosura. Pero no era la hermosura de su belleza lo que a él le importaba, estaba embrujado. El sonido de las cuerdas le activaba las pulsaciones y disparaba sus sentires, como si una metralla invadiera su cuerpo e hiciera explotar un mar de sensaciones, sentires perversos y dementes.

El día de su muerte, Emilie fue hallada por el Padre Elías jugando con un mazo de barajas. Le había salido perfecta la jugada. En venganza por el régimen de esclavitud a la que sometía a la Guitarra, la había acusado de Hereje y de practicar la adivinación. La niña corrió hasta su cuarto y se acurrucó entre las sábanas. El religioso se paró junto a ella, miró a la guitarra y la cubrió con la túnica negra para que no mirara aquella felonía que estaba a punto de cometer. Después de todo, estarían juntos, hombre y guitarra, guitarra y hombre para siempre.

Su cuerpo desnudo asustó a la niña, casi se ahogó con el pañuelo que su verdugo le introdujo en la boca, boca virginal, que jamás había pecado. Dos lágrimas corrieron por su mejilla, cuando tuvo el pecho del sacerdote junto a su rostro, el asombro no pudo disimularlo, el tatuaje que cubría la marca de la infamia podía salvarla, o por lo menos hacerle justicia, pues sabía que aquella tarde, lenta o rápidamente, habría de elevar su espíritu. 

Entre el forcejeo y el ahogo, tanteó una baraja sobre la mesa: 5 de Corazones. El Clérigo colgó una cuerda en uno de los barrotes que servía de apoyo al ventanal y le dio la opción a Emilie de terminar con su vida. Caminó como autómata y entre sollozos, acomodó la cuerda entre su cuello, de un salto, su luz se apagó para siempre. Ese día, en la hora del Angelus, el Padre Elías informó sobre el suicidio de la niña. 

La Guitarra ya no podía cantar por sí sola. Se negaba a emitir palabra alguna, lo miraba con desprecio avergonzada por el amor impuro. Cuando no pudo más, él la tomó entre sus brazos, bajó la sotana y la recostó sobre su pecho. La vió reir, se reía tan estrepitosamente que sus manos comenzaron a temblar, se estaba burlando de su amor, de su sinrazón y de la vida. Se levantó rápidamente y enjugó sus lagrimas, se lavó el rostro y ante el deshonesto espejo se acarició el 5 de Diamantes que llevaba tatuado en el tórax. Miró de nuevo a la guitarra, sólo un golpe bastaba para acabar con su arrogancia. 

Continuó riendo, con esa risa malévola que le atormentaba la mente. Se abrochó la Sotana y salió por el largo e iluminado pasillo del Manicomio, mientras observaba a otros dementes vestidos como príncipes, caballeros andantes y Reinas. No le dio importancia y se sentó junto a los demás, que como él habían utilizado el hábito como mortaja.

FIN

Milonga de Amor.

A Marcelo, a quien abrazado al Mar le llegó el amanecer 


Danzaba la baraja al isócrono ritmo de la guitarra. De rodillas imploraba la mujer, blasfemando promesas, anhelando esperanzas. ¡Ay romanó!, ¿Dónde se han ido todos? ¡Ay de mí, de mis tristezas, van y vienen!, no hacen más que devorarme. Jauría de lágrimas que no estallan en ningún pecho y en ninguna mano. Soledad maldita.

Caminaba sola, vestida nada más que con su belleza, tiritaban sus piernas de frío. Miraba con desdén las velas de los barcos que se izaban en el puerto. Manos trenzadas al viento para que no dolieran las heridas, esas que dejó abiertas el tiempo. Sangre derramada, calvario adherido a la piel, clavo robado. Noche larga, luna oscura y sagrada, luna de deseos, de pena y cordero.

La razón se fue perdiendo, tintineaba el recuerdo y la cordura se hizo silencio. Pensamientos sacrílegos se anidaron en el alma. Se fue con la penumbra, río abajo, abrazada por el Delta, partió en búsqueda de sus besos, ahogando los suspiros, naufragando sin su aliento. ¡Gitana soy!, Caminito de Penumbras, ¡Ay  romanó!, ¿Dónde se han ido todos?. Entre brazadas y jadeos, reavivaba la añoranza de ver al Fueguino, anhelando que el viento devolviera a sus aguas aquella Goleta, en cuyos mástiles, se perdía la mirada de su hombre. Montón de fuego, diluvio de espinas, sonrisas fingidas.   

Marcelo, casi desnudo, saltó al mar, enamorado del caurí. Embestido por centinelas marinos se olvidó de las fronteras, se castigó a sí mismo, cerró sus ojos y se fue a dormir. Las estrellas y luceros fueron los testigos, su cuerpo, envuelto en espirales de místico curso, se transformó en luz radiante y en tiniebla oscura. 

El Fueguino, con su piel aterciopelada y pies tejidos por el hilo de la marea, llegó al Puerto y fue como un centellazo. Pañuelos de colores anunciaron su bienvenida. La brisa lo hacía viajar al ras del suelo, tras él, una hembra morena, con pollera de perlas negras, corría para alcanzarlo. Mi amor oculto, mi brillante y preciosa libertad. Amor de carne y sal.

Un Réquiem de "no me sueltes", se escuchó en su interior. Sucedió, entre algas y coral, hubo la comunión, sin poemas ni juramentos. Ella era el cielo, él era tierra. La vida escondida que vibra en cada átomo. Luz perpetua, me has dado todo y todo me lo has quitado. Florecieron, entre el arrecife, los desvelos de la lujuria, vistiendo de madre perla el corazón necesitado de fe. 

Andando por la vida, Caminito de Penumbras se colaba entre las tabernas para robarse al Fueguino. Marcelo le hablaba por horas. Ella, hechizada de placer, alzaba el ancla de la esclavitud, mezcla de valor y honor. Vestido adornado de cayenas, canto de tonadas prohibidas, luna nueva, luna eterna. 

Antes del todo, era más fácil encontrarse. Pero no eran tiempos en los que la piel necesitaba a la piel, el hombre amaba más a la Patria que a una mujer. En aquellos días remotos, tu y yo vivíamos cerca. Luego, amaneció. La magia se fue cerrando, en círculos donde nadie va y nadie viene. 

Besó su vientre y se fue, camino a la eternidad, que lo esperaba tiernamente. Sucedió en el pasado, la serpiente de ojos turquesa dominó el palacio de cristal. La gitana Intentó ahogar la ansiedad entre conjuros, pero las Barajas ya no predecían el futuro, se quedaron frías en sus manos.Se acostó en la arena, aún llorando, le sorprendió la luna negra, percibió su aroma y escucho su voz, a lo lejos, en medio del lóbrego suspiro de la anaconda que perseguía al burlón demonio que tranza almas a cambio de favores. 

Al verse arropado por el firmamento, Marcelo se hundió de nuevo en el agua. Abrazado al Mar, le llegó el amanecer. Con el pasado repleto de algas de cristal, volvieron a reencontrarse. Neptuno los vistió de nácar, uniéndolos para siempre. El Fueguino se convirtió en río, protegiendo a la Gitana que se transformó en sirena. En su canto, se repetía sin parar, ¡Ay  romanó!, ¿Dónde se han ido todos?.    

Trans Fobo Medio

A veces, resulta interesante fingir Ser Humano. 

Hay situaciones en la vida, que parecen hechas para que las describas en un guión de película. Resulta que hoy miré la lluvia, estaba debajo de la mata de Pomagás y en uno de esos instantes en los que te pierdes ensimismado, alcé la vista y contemplé ese mágico verde de hojas entrelazadas creciendo hacia el cielo, las gotas de agua se deslizaban acompasadas entre los tallos y las ramas, parecía que bailaban un vals. Pronto, el agua invadió uno de mis ojos, como lavando las impurezas del alma, quitando la venda para que pudiera ver aún más allá de ese espeso mar de naturaleza y fijara mi atención en el rosa intenso que adornaba los ramales, no miré antes si ya estaban así o por la gracia de la lluvia habían florecido. Me quedé abstracto, como queriendo no pensar en nada más. 

Son esos los detalles que marcan la diferencia. Justo antes, habíamos conversado sobre "El Diario de una Pasión" (The NoteBook). Parece que cuando el cielo llora, en la tierra se remueven los sentimientos y te da por pensar en las tórridas escenas que viven Ryan Gosling y Rachel McAdams. Es parte de la Marcianidad Humana. Nada más faltaba tener un poco de años menos y ser más arriesgado. Ahí es cuando te das cuenta que deseas quitarte el cinturón de plomo y dejar que la gravedad haga de las suyas llevándote hasta el infinito o por lo menos de regreso a tu planeta, con tus seres queridos.

Tomarse tres tragos de Ron, de la botella que guardaste para embriagar los recuerdos, y sentir que el mundo se te va en besos y en caricias, agarrones, miedos y expectativas, no es de este mundo. Está reservado al amor la copa de vino tinto, las velas con olor a mandarina, las canciones de Santiago Cruz y esas sonrisas a media luz que embriagan más que un Santa Teresa con hielo y limón. Aunque uno no quiera, la filosofía Arjoniana hace de las suyas, Yo sólo amanecí un poquito enamorado.

Además del verde, miré tus miedos. 

Dejé reservado para el final, mi deseo marciano. Quiero que mi hijo, mi pequeño niño de Marte, juegue conmigo al beisbol, que monte bicicleta y que me susurre al oído "Contigo no tengo miedo". 

Me he mirado al espejo, poco a poco voy descubriendo que mis ojos están cada día más separados y que las orejas se vuelven más puntiagudas, seguramente mi misión está terminando, debo regresar a Marte.

Trans Fobo Medio. Trans Fobo Medio. Trans Fobo Medio.

Intento comunicarme contigo, pero no alcanzas a descifrar mi código. Marte no es como lo pintan, el planeta solía tener los más deliciosos colores, menos el azul, porque es un color que no podemos degustar. Resulta interesante fingir que uno es humano, que ama, que tiene sueños y que espera más de los demás.  

Trans Fobo Medio. Trans Fobo Medio. Trans Fobo Medio.

El Guerrero SI Tiene quien le Escriba.

"Todos somos extranjeros en la Tierra de Dios. Sólo Dios y los representantes de Él, perdonan".

Si hubieras tenido poderes especiales o una capa y un traje de Superman, habrías luchado por los hermanos Faddoul, lo sé. Aprendí a conocer tus sentimientos, tus maneras y tu forma. La nobleza que había en tu corazón no cabía en un solo ser humano. Resulta que los caminos de Dios son misteriosos, tal vez él mismo ya no pueda salvarnos, debemos nosotros obrar para poder llenar este mundo de Paz.

Si por las noticias hubieras conocido la vil manera en que los asesinaron, seguramente habrías llorado en silencio, sin dejarte ver, para que no te viéramos flaquear y nos hiciéramos una imagen de que eras "débil". Pero en el fondo te dolería y hubieras implorado cada día al Dr. José Gregorio Hernández por su salvación.

"No soy nadie ni delante de ustedes ni delante de Dios". 

Seguramente te habrías enamorado de aquel niño, de su sonrisa, de sus gestos y su llanto, todo hubiera sido perfecto en él. Lo amarías como nadie en este mundo, porque eso había en cada músculo de tu ser, amor. Seguramente hubieras querido darle su primer baño, pasar tus días de descanso describiéndole el paisaje, haciendo que los perros se convirtieran en caballos y recreando las aventuras más maravillosas. Yo sé que también le hubieras gritado, pero eran tus formas de crear conciencia. 

La niña también te gustaría, su pasividad, su silencio, la mirada tan profunda que tiene. Su mundo de hadas y princesas te habría llevado a convertirte en parte de su reino, siendo el héroe de su vida. Al más pequeño, lo habrías llevado sobre tus hombros a cada lado, lo habrías hecho reír y sería tu consentido. Seguro estarías orgulloso de los logros y triste por las derrotas; esas por las que no pudiste hacer nada. 

Seguirías adoptando perros y a cada uno los llamarías de distintas maneras. Y todos te reconocerían como el líder de la manada. La verdad es que nunca hubieras dejado de luchar, habrías hecho lo imposible porque nada dañara el mundo perfecto que construiste. 

No bajarías la cabeza como en aquella ocasión, que te sentiste impotente y avergonzado. Ella ya era una mujer y lo entendía o trataba de hacerlo. No quisiste dejarla sola, lo sé. Fui testigo de tus noches de tristeza y de tu llanto por no tenerte, pero entiende que igual la amaste, que fuiste su primer amor y que más allá, en el mundo etéreo, lo sigues siendo. 

Hay muchas cosas más por las cuales te escribiría; como aquellas veces en las que jugabas con tu mano, poseyéndola como una tarántula y aterrorizando a tus enemigos. 

No te preocupes, el Guerrero siempre tendrá quien le escriba. 

Wilma Covarrubias (Tropicana)

"Siento una pena muy honda dentro del alma y quiero ahogarla con vino y caricias de amor"

Abrió la puerta y vio a los dos hombres marcharse. Wilma se sacudió el placer de los brazos y quiso ahogarse en la ducha para borrar las huellas de la fantasía prohibida. Los dos hombres iban ebrios, a duras penas encendieron las luces de la motocicleta y eso la encegueció por segundos, no esperó que emprendieran la marcha, simplemente cerró la puerta y con ello las esperanzas de ser una mejor persona. El nauseabundo olor a mierda invadía el cuarto, parecía que todo había quedado impregnado de ese aire pútrido, sus manos las sintió ásperas y constantemente acercó su piel a la nariz para olfatearse. No era ella, no eran las sábanas, era el alma que ya estaba muerta.  

"Allí quemaron tus alas mariposa equivocada, las luces de Nueva York"

Creció con la Fantasía de Cuquita Martínez, la inspiración de la escritora Zoe Valdés, ello le había hecho creer que el amor al final de cuentas existía. Pero a estas alturas, con su piel marchita y sus treinta y tantos encima, pensaba que ya no había tiempo para ocupar el corazón con boberías. Al fin de cuentas, todo acababa terminando mal, si te enamorabas no te amaban y si te amaban no te enamorabas; así resultaba todo en la vida de Wilma Covarrubias, la cubana que huyó en una balsa a Nueva York en busca de una mejor vida y terminó ejerciendo lo que en el Malecón de la Habana le aportaba grandes frutos: La Prostitución. 

"Amor de Cabaret, que poco a poco me mata"

Una vida sin remedios, perdida, llena de amargura y dolor, así se encontraba la mujer. Encendió un cigarrillo, se recostó de la cama y suspiró. Despues de todo, así funcionaban las cosas en el Tropicana, el parapeto de Bar que pretendía imitar las noches habaneras, de colores y plumas; pero allí faltaba todo, porque todo resultaba gris, hasta las madrugadas habían perdido el corazón. 

Volver a encontrarse consigo misma era pesadilla. Eso era, una cabaretera, de esas que venden el amor al mejor postor. Sin sentimientos ni noblezas, la suerte le había trastocado el destino. Adiós, al morro, a las aguas turbulentas que golpeaban la roca y al cielo embravecido que iluminaba el andar de los visitantes.


"Te dije adiós sintiendo el alma entristecida, con la esperanza ya perdida de este amor que te di"

¡Hasta pronto mi Cuba querida, hasta luego Fidel, Martí, Cienfuegos... que viva el Che!. Wilma arropó las lagrimas con las palmas de la mano, y se recostó al hombro de Juancito, el balsero que guiaba el rumbo de aquellas almas. 

La mujer soltó dos bocanadas de humo, no entendía porque la noche le traía esos recuerdos. Recuerdos del ayer que amargaban su existencia. De algo tenía que llenar sus vacíos, pero la verdad era que esa noche su copa estaba más vacía que un cielo sin estrellas. Miró a su alrededor, recogió las sábanas manchadas de sexo y las arrojó en el cesto de trastos sucios. Los preservativos habían quedado regados en el suelo, los miró con más asco que deseo y los arrojó por la ventana, hundiéndolos en un torbellino de aire que estrelló la pasión contra el suelo. 

"Si me dejas de amar, que terrible tragedia, el mundo cambiará se volverá infernal"

La medianoche se juntó con las ganas de no estar allí ni en ningún lado. Era tiempo de sacudirse el espíritu, sirvió una copa de vino y clavó su mirada en el firmamento. Un hombre de edad avanzada, bajó de un auto negro que se estacionó cerca del Tropicana, caminó apresuradamente virando su rostro hacia atrás, para tener la certeza de que nadie le perseguía. La mujer le abrió la puerta, lo sentó en la cama y le sirvió un vaso de agua. Tres billetes verdes fueron arrojados sobre la cama. Ella se desvistió y le propinó un lenguetazo que lo hizo erizarse. ¿Cuanta más emoción podía tener el sexagenario a estas alturas de la vida?.- se preguntó Wilma.- Seguramente no más que yo.- suspiró.

La boca le supo a mierda, sintió temor, pensaba que el alma se le estaba saliendo. Se rió de si misma y acurrucó los billetes dentro de sus senos. La prostituta se perdió entre el pellejo del anciano, con tantas necesidades encima ya no quedaba tiempo para pensar en sueños y en pasados. La vida era ahora, ni siquiera la inmortalidad del cangrejo le arrojaba una solución. Tenía que conformarse con el color y la denominación de los billetes que le permitían darse lujos y comprarse maquillaje de marca. Mientras su cuerpo se inclinaba, se dijo así misma: Ya no eres una niña Wilma, este amor, tan puro, tan de Cabaret, es lo que tienes, la ventaja es que te pagan por él. 

FIN. 

Azazel, el Ángel de la Lujuria. Capítulo IV: Ninfomaníaca

1 Juan 2:16-17
 "Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".

Sucedió la gran explosión y el Universo se convirtió en un mar de partículas, entonces el Dios de muchos Dioses, decidió crear al Hombre. Luego llegó la serpiente y corrompió su alma, le mostró los deseos de la carne y lo hizo renunciar a su fe para caer en la idolatría hacia los placeres de la carne.

Naamá y Azazel, se bañaban desnudos a orillas del Mar. Sus cuerpos fueron mancillados con cadenas de hierro que los ataron a grandes muros, columnas que fueron levantadas por los impíos para adorar al Supremo libidinoso. Su voluntario sometimiento los hizo esclavos de las pasiones desbordadas. Los humanos suavizaron los divinos cuerpos con exquisitos aceites, sirvieron vino y masajearon los delicados pies con nèctar de frutas. 

Los guardianes caídos, vistos como tótemes sexuales, fueron objeto de las fantasías más salvajes. El sol acaricio sus espaldas, mientras largas filas de hombres se formaron para penetrar a la mujer. Sus pies eran lamidos por los carroñeros del sentimiento, fetiches que los hicieron suspirar hondamente. El agua lavaba las impúdicas partes mientras el feroz cazador azotaba las nalgas con vehemencia. La carne hervía de lujuria. 

Las deidades unieron sus lenguas en desesperado juego. Cada gota de agua se convertía en una caricia a la erizada piel. Fueron miles los que copularon aquella tarde, la desnudez se mezcló con la saliva y la cordura se perdió entre el vaivén de las olas. De cuclillas, una jauría de mujeres se disputaba el semen del celestial ser. Sus bocas se atragantaban con la ambrosía de la vida. En el otro extremo, Naamá ahogaba sus aberturas con los falos de los primeros pobladores. Los Hijos de los hijos y sus descendientes, rodearon a la mujer, mordieron sus pezones y azotaron su espalda, levantaron cada una de sus piernas y devoraron su clítoris. Doncellas escupieron en su boca incestuosos líquidos y amasaron sus extremidades.

Los enemigos de la castidad, se revolcaron entre el mar embravecido, arrastrando consigo múltiples orgasmos. Estaba claro que ni Adán ni Lilith, experimentaron el brote sexual de sus sentidos, no fueron capaces de comprender que en el Edén fue donde se dio inicio al placer. 

En la plaza de la ciudad, se sacrificaron chivos y cabras, mujeres y hombres bailaron al son de los tambores mientras  gritaban canciones, para terminar con espasmos en el suelo mientras balbuceaban oraciones en lenguas extrañas. Un centellazo derribó la estatua de Azazel, dentro de la llamarada de luz, se apareció el Guardián del Paraíso. 


CONTINUARÁ...

Azazel el Ángel de la Lujuria. Capítulo III: Pandemonium

I La Expulsión.

Tan sin temor, se sentía el cazador.
Crápula la sensación,
el Sacrílego cantor, dejaba notas de dolor.
No dejó vestigio de su estancia,
Se fue del Paraíso y no tenía la Gracia.


Naamá, era una bella mujer que había escapado del Edén luego de rechazar los favores sexuales de Adán. Sedujo a Dios y obtuvo sus alas, las cuales utilizó para salir del Paraíso. Pronunció el nombre oculto del Todopoderoso mientas surcaba los cielos, ofensa que había perturbado al Supremo, más que el desafío de no cumplir con las leyes olímpicas; por lo que había emprendido una persecución en su contra con el fin de llevarla de regreso al Jardín prometido. 
No obstante, ahora ella se encontraba en estado imperfecto, viviendo entre humanos, en el reino de los vigilantes caídos.


Había llegado a la edad adulta conservando una belleza y sensualidad que arrebataban los sentidos y despertaban los más inimaginales deseos profanos, carnalidad que había utilizado para cautivar a Sammael. Era la prostituta predilecta de Babilonia, concedía favores por doquier, pero su vientre maldito nunca pudo engendrar hijos mortales, había perdido la gracia de la fecundidad. El mar que rodeaba la ciudad había purpureado sus aguas con los abortos demoníacos que emanaban de la cortesana de ángeles.

II El Destierro.

Con el derrotero extraviado,
dejó atrás a su amo,
a causa de oraciones que no ha exclamado.
Rebelde el enemigo de la paz,
tan sin temor ha llagado,
la región del fuego le ha esperado. 



Creó, pues Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo Creó; hombre y mujer los creó. Después del primer fracaso, el Todopoderoso levantó del polvo el cuerpo de una mujer pelirroja, de cabellos ondulados, alta, delgada y de piel rosada. Le ordenó que fuera mujer de Adán y que se sometiera a sus pretensiones.  
Naamá, no soportaba los desmanes del primer hombre, en su naciente albedrío sentía humillante que Adán le hicera el acto sexual colocándose encima de ella, teniendo el control sobre la penetración. En castigo, se escapaba cada noche hasta los aposentos de Satanael y Lilith, Guardianes del Edén, con quienes copulaba por horas, en carnavales de pasión, lujuria y sodomía.


A su llegada a la tierra, buscó cobijo en el Rey de Gomorra, quien la aceptó sin miramientos como su mesalina durante la Guerra Celestial. Bajo el gobierno de Naamá, la tierra se convirtió en un lupanar al cual acudían los hombres a fornicar con hombres, con cabras, con sus hijas y con sus madres. La degradación moral había embelesido a Sammael, con su semén engendró extrañas criaturas que ejercían de veladores en el valle de la perdición.


III El Infierno.

El ardor de su ira,
enciende convulsiones,
en la flama sangrienta de sus venas,
no sueña ni mira,
se ahoga solo en penas,
deja atrás las ilusiones.



Los que se aferraron a la Palabra de Dios fueron expulsados del reino, castigados con la pudredumbre de la piel y la ceguera de sus ojos. Miles de espinas se clavaban en sus pies al caminar. Los infectos líquidos que vomitaban hacían que se ahogaran en su propia respiración. No llegaba la muerte, pues en aquellos días el alma ostentaba la merced de la eternidad. Su trabajo era el de arrear los màs de dos mil bueyes y búfalos que alimentaban a los hijos del Rey.

IV La Condena 


Humano templo,
sin soberana dueña,
patria de la ingratitud,
vanas quimeras te condenan,
fútiles amoríos te han dejado
no has aprendido del ejemplo,
del perverso ángel que te sueña,
abandona la vida, sé parte de la multitud. 


En los días del Génesis; Sofía, la Diosa, fue expulsada del Edén por Satanael. Condenada al averno, fueron atadas sus manos con cadenas de oro que impedían movimiento alguno. Sus ojos sellados en la oscuridad de la noche y sepultada su alma en una tumba de magma. El Ángel rebelde planeaba emprender un viaje a la tierra, había ganado la guerra celestial, pero su orgullo no podía permitir que los vigilantes caídos gobernaran como reyes en el planeta.


V Regreso al Paraíso

Acrisolando el verso,
Guarda con avaricia su secreto,
la purpúrea alma, se debate,
entre vivir o quedar muerto.


El Unicornio observaba celosamente el manzano a las afueras del Jardín. Satanael caminaba de un lado a otro con desesperación, golpeaba una y otra vez el grácil suelo del Paraíso, el sudor corría por su frente incesantemente. El gruñido espantaba las aves que se perdían en el infinito blanco de las nubes. Armó un ejército de mil ángeles, querubines y súcubos; ya el cielo estaba conquistado, era hora de invadir la tierra y ser Rey absoluto. Sólo una porfía rondaba en sus pensamientos: Perder la divinidad y ser imperfecto.


...CONTINUARÁ ...

Azazel, el Ángel de la Lujuria. Capítulo II, la Guerra Celestial.

Escuché la voz de un ángel diciendo: “Estos son los Vigilantes que descendieron sobre la tierra y le revelaron a los humanos lo que era secreto y los indujeron a pecar". Libro de Enoc

Truenos iban y venían. En el paraíso, la sangre de los alados se vertía como corrientes de agua. Gritos desgarradores rompían la sacrosanta quietud del jardín. Las lanzas plateadas atravesaron una y otra vez el cuerpo de los guardianes. Satanael invocó al gran dragón, asfixió a los guerreros e incineró las alas de sus enemigos, a quienes arrojó al estanque de fuego sin posibilidad de retornar. 

La oscuridad se había apoderado del Edén. 

Miguel fue derrotado por Azazel, de un centellazo cegó su mirada. Espada contra espada lucharon sin cesar. Sammael había perdido uno de sus brazos, invocó al lobo de fuego y estalló ráfagas de plasma que salían desde su hombro a borbotones. Con ellas ató a los querubines y extirpó sus etéreas almas. La lumbre recorrió cada rincón del Paraiso. En la batalla por el cielo, se confundían los hermanos. El cuerpo indolente de Sofía resbaló por el precipió y estalló en la tierra. 

Azazel encaró a Satanael. Éste se levantó por encima del verde césped, sus alas goteaban el escarlata brebaje que hacía latir su corazón. Mostró sus manos blanquecinas y tronó en el cielo. Ahora el agua lavaba los inmaculados cuerpos. Sus heridas no eran de muerte, más sufría el espíritu que la Carne. La herida causada por el unicornio antes de la guerra celestial hizo tambalear a Azazel, cayó de rodillas y dos lagrimas rodearon sus mejillas. Satanael se declaraba victorioso, con cadenas de oro, sujetó a los que se habían rebelado contra Dios y les ungió aceite.Todos fueron arrojados al vacío. El guardián arrancó las alas de los ángeles y con ello cortó todo vínculo con el Dios Supremo. 

El nuevo Dios alzó la espada y gritó. Bajo el gris del cielo apesadumbrado, se declaró Rey del Edén.

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel” (Apocalipsis 14:6)

Un terromoto sacudió los cimientos del planeta. Dos de los Ángeles caídos aterrizaron sobre el áspero suelo de Babilonia; uno cayó en el norte, otro en el Sur. Azazel y Sammael tomaron su lugar, el primero en la ciudad de Sodoma y el segundo fue a gobernar GomorraLas hijas de Eva miraron estupefactas. Hombres de mas de dos metros de altura, de belleza hipnotizante y con lanzas de plata amenazaron la tranquilidad de la ciudad. Sus espaldas aún sangraban y los ojos índigos amenazaban con la extinción. 

Machos cabríos fueron sacrificados alrededor de una gran hoguera. Las mujeres desnudas, desfilaron sus pechos ante los nuevos dominadores. Los vigilantes armaron orgías, los hijos de los hijos se reprodujeron con sus hijas y éstas a su vez, copularon con sus hijos.  

CONTINUARÁ...

Azazel, El Ángel de la Lujuria. Capítulo I: La Rebelión contra Dios.

"Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero"


Apocalipsis 12,7-9

En el Génesis.


La Piel de las Ovejas era blanca, tan blanca como la luz del sol que se colaba entre las nubes. Su pelaje aterciopelado invitaba a las caricias. Ojos amarillentos, casi sin color, y unos labios rosados como de bebé despertaban placer sexual en las hijas de Eva, que en sacrílega labor, copulaban con los machos de la especie.

En el Edén, las flores de sangrienta tonalidad creaban cadenetas unicolores que cargaban el ambiente de una fuerza espiritual sin comparación. Reinaban los Olivos, las Cayenas, los pastos verdes, higueras acompasadas en laberintos de vegetación, el fruto de la Vid se regaba por doquier y un unicornio albino degustaba las hojas de un manzano, único árbol nacido a las afueras del Jardín, cuyos frutos habían sido prohibidos por el Dios Supremo. 

Después de la expulsión de los primeros seres, Dios envió a Sofía, su mitad femenina, a reinar en el Edén. Acostumbraba a danzar desnuda, mostrando su empírea carne a Satanael, Ángel custodio del Paraíso. Cabellos color cerezo, labios encendidos en fuego que mordían la piel pálida del hijo, manos delgadas y juguetonas se alzaban por encima de los hombros, mientras su cuerpo retozaba seductoramente contra la entidad del Guardían.

Una paloma blanca alzó el vuelo distrayendo la mirada de Satanael. Ambos estaban desnudos. No tenían temor de Dios ni verguenza. Su cuerpo era delgado y los cabellos eran rizados de color dorado, superaba en altura a la Diosa, lo que hacía que para mirarla desviara su cabeza hacia abajo, ojos color celeste, tan azules como el límpido cielo. En el oído de Sofía, susurraba cánticos en honor al Padre. Su pecho, coincidía sutilmente con el hombro de la Diosa, que continuaba con su baile misterioso y cautivador. 

-No necesitamos a nadie, porque nos tenemos el uno al otro.- Balbuceó la Reina. 

Ella caminó delante del joven alzando sus manos mientras le daba la espalda. Seguidamente, Satanael se acomodó en su cuello y la hizo Inclinarse, ambos se acoplaron a un ritmo invisible, solo audible en sus pensamientos. Él acarició su vientre, mordió su oreja y lamió el cuello, ella comenzó a estremecerse, se dio la vuelta y lo rodeó con sus brazos. Ambos se miraron, el pecho comenzaba a erguirse, la excitación no ocultó el deseo sexual, sus manos reposaban abiertas y unidas, cada dedo emparentado con el otro, bajaron y subieron; ella tomó entre sus manos el falo angélico, mientras el joven recorría sus pechos jugueteando con la lengua, con su boca rodeó la mítica vagina, succionó una y otra vez el elixir de la fecundidad. 

Una cabra desfiló ante ellos. El Unicornio caminó con pasos elegantes y rodeó a la Diosa. Una serpiente se arrastró por los pies del Guardián, ambos se estremecieron, el animal se coló por su entrepierna y penetró el cuerpo de Sofía. Celoso el amante, se inclinó sobre ella e introdujo su verga una y otra vez. Ella gimió, buscó sus labios con desesperación y al unirlos con el de Satanael, la serpiente salió por su garganta, poseyendo el cuerpo del seráfico joven. 

Dominada por el hijo amado, Sofía se dirigió al árbol del fruto prohibido. Satanael se ocultó tras los frutos del manzano y vomitó la serpiente. De entre las hojas, se fue asomando poco a poco la bífida lengua, el ángel se acomodó en la espalda de la Reina y le tomó por el cuello, la víbora paseó por sus manos. Hipnotizada y seducida, la Diosa danzó nuevamente, mientras el animal se acomodaba entre su cuerpo. Copularon otra vez, el Guardián poseyó a la Madre, compitiendo con el áspid para lograr el orgasmo en la Reina. Conejos incoloros hicieron una cama de algodón, mientras las ramas de los árboles rodearon los cuerpos unidos. 

Sofía se levantó, caminó hasta el árbol y tomó el fruto prohibido entre sus manos. Sus ojos fueron cautivados por el bermellón de la manzana. Satanael la miraba de lejos, ella bailaba con los ojos cerrados paseando por su cuerpo el inmoral alimento. El reptil coqueteba con la mujer, rodeando sus caderas danzarinas. Se acercó hasta el Joven y le tendió la mano, ofreciéndole la fruta mientras sonreía. El la miró, se puso de rodillas y lamió su entrepierna. 

La Diosa se ahogó de placer. atrajo hasta sí misma el cuerpo de la manzana y la observó, la serpiente se coló hasta su boca y le rozó los labios con el respe dividido. Sofía alzó la pierna, haciendo que su muslo reposara sobre el hombro del hijo. En ese instante, sus labios carnosos rodearon la manzana, fascinados por la textura, se entreabrieron para morderla, la oveja gritó desesperada y el unicornio relinchó. Satanael se levantó e irguió la mirada, acarició el hombro de la Reina y ésta cayó tendida sobre el césped. 

El Ángel se dio media vuelta y sonrió. 

En ese instante, la Serpiente se acrecentó, su piel escamosa se fue rasgando y de ella salió un hombre, de nívea piel, cabellos negros y manos grandes. También sonreía, mostró sus dientes blancos y paseó la lengua por sus labios. Estaba desnudo, solo cubierto por secreciones ofídicas, dio dos pasos hacia adelante e increpó a Satanael: 

.- Eres un falso Dios que usurpa a la Reina Sofía. 

.-¿Te atreves a desafiarme?- respondió sin titubear el Ángel.- Nuestra madre, como Adán y Eva, ahora están atrapados en cuerpos imperfectos. 

.-¡Te desafio!.- Gritó el hombre. 

.-Azazel, me temo que no estas en posición de exigir. Ambos hemos utilizado a la Reina a nuestra conveniencia. Pero es obvio que he ganado yo. 

Satanael se dio media vuelta y chasqueó sus dedos. Acto seguido, el Unicornio galopó a velocidad increible, hiriendo en el brazo a Azazel. Un relámpago atravesó los cielos del Paraíso y un rayo cortó el paso del nuevo Dios. 

Dos ángeles más aparecieron, sus manos empuñaban dos lanzas de plata. El Guardián miró a su alrededor y dijo: 

.- Ha llegado el momento, por lo que veo la Guerra celestial ha comenzado. 

CONTINUARÁ.

Física y Química.

"Yo te miro y se me corta la respiración... 
cuando tú me miras se me sube el corazón" 

Nos esforzamos en amar. Nos sacrificamos por ser mejores, por llenar vacíos y espantar soledades. Sucede a veces, que el amor (por sí solo) no es suficiente. Queremos muchas cosas: Bailar, soñar, vivir, procrear hijos, compartir amaneceres, arrancar una cayena de la plaza, alimentar a las aves, contemplar el atardecer, abrazarnos al ver una película, tararear una melodía que suena repetidas veces en nuestro cerebro como una droga, ahorrar para irnos juntos de viaje, secar las lagrimas del otro, llenarnos el rostro de pastel al celebrar un cumpleaños, no tener motivos para tomar vino, para bañarnos con la lluvia, para besarnos, para querernos, para hacer de todas nuestras noches, una noche loca... Sin embargo, insisto y me robo las palabras de Lana (Del Rey), a veces el amor no es suficiente.

"En el silencio tu mirada dice mil palabras"

Todo se resume a la física y la química. Hay una especie de fuego que se enciende dentro de nosotros cuando alguien nos atrae. Rara vez sucede este fenómeno (o por lo menos me ha pasado a mí), hay personas que con sólo una mirada nos transportan a otra dimensión, que nos sonríen y derrumban todas las barreras posibles; esa química que hace que quieras llenar de detalles su vida (como comprar chocolates, llevarle flores, escribirle un poema), esa física que impide que te despegues de sus labios o dejes de sujetar sus manos.

"Tu cuerpo y el mío llenando el vacío..."

El amor se alimenta de detalles. Sucede que en muy pocas ocasiones llegan a nuestra vida personas que te hacen sentir diferente. Que cuando conversan contigo te dicen palabras que has escuchado mil veces a lo largo de tu existencia, pero que el sólo hecho de que sean pronunciadas por ella o por él, te cambian la vida, te llenan de optimismo y te alimentan el espíritu. Hay magia cuando vas al encuentro de esa persona y te sudan las manos o te tiembla el pulso. Cuando tocas su cuerpo desnudo siempre quieres más, es allí donde dices que "haces el amor"; cuando inclusive, te dan ganas hasta llorar. 

                                                                  "Con tu filosofía mi cabeza está vacía..."

Luego viene la realidad y te abofetea, porque parece que la vida no está equilibrada por estos días. Dice una teoría que "polos opuestos se atraen e iguales se repelen"; es así como vemos que a las personas "buenas" le gustan los "malos" y viceversa. Por eso es que una de las partes probablemente será infiel, desordenada, no sabrá cocinar, le dará flojera limpiar, estudiar, arreglarse, entre otras variables. Actualmente, la sociedad nos está envolviendo en una lucha por sobrevivir en la que sino tienes "instagram", no vas al gym, no te sabes las recetas del libro de "saschafitness", andas a pie, tu teléfono no es un "Smartphone", no compras ropa en tiendas como "Zara", entonces no eres apetecible para el sexo opuesto (o para el mismo sexo). Por eso y muchas cosas más (como dice la canción), vemos mujeres muy bellas, de cuerpo 90,60,90; con buenas posiciones laborales o por lo menos respetables, sobresalientes en los estudios; en fin,  exitosas, pero terminan solas (o lo están), igual pasa con los hombres. 

Alguien dijo una vez, que era más fácil que te aceptaran una invitación a tener sexo que a ir al cine. Cada quien juzga de acuerdo a sus valores. Es sólo una opinión. En este punto ya se va diluyendo la idea; este es mi legado, alguna vez alguien leerá y si logro hacerte pensar, habré logrado algo.

 "Ya no puedo más". 
Gracias Enrique (Iglesias), por esta melodía.

Manos Mágicas.

Este no es un artículo de PNL,es sólo mi opinión acerca del film que relata la historia de Ben Carson.

Para comunicarnos, expresar ideas, proyectar nuestro mensaje interior hacia el exterior, o como quiera que lo denominemos, existen muchas técnicas, metodologías y herramientas. Ciertamente, algunas de ellas, basadas en estudios científicos, las hemos venido utilizando casi inconscientemente; en tal sentido,  "Manos Mágicas/ Milagrosas" es una película "inspiradora" cuyo relato se basa en la vida de un neurocirujano de gran talento; pero este escrito no es una crítica, ni muchos menos una alabanza, se trata de ir descociendo precisamente, esas herramientas que implícitamente, nos recuerdan la importancia de comunicarnos.  

El Filme comienza en el Quirófano, la primera escena es una descarga a nuestros sentidos: La música de fondo, nos induce a un ambiente tranquilo, apacible; mientras que los detalles visuales se hacen presentes en la toma que la cámara realiza a los instrumentos de cirugía, el proceso minucioso de desinfección de las manos y antebrazos al que se somete el Cirujano. Se despierta nuevamente el oído con el tintinear del agua, cuyas delgadas líneas; además, se pueden observar al caer; el chasquido de los guantes de látex, los sonidos de los interruptores, entre otros; ahí conviven armoniosamente, por ejemplo, la melodía clásica y el "zig zag" de la esponja y el jabón al chocar con la piel. Estamos entonces, en presencia de Submodalidades Visuales (Detalles, Distancia,Movimiento) y Auditivas (Melodía, ritmo). 

Una mujer embarazada aparece, se recuesta de una barandilla y gesticula. Un hombre se le acerca, la mira compasivamente, la rodea con sus brazos y domina la situación. Nuevamente se hace presente una técnica de PNL, una submodalidad kinestésica; hay contacto entre las dos personas, lo visual refiere a un entendimiento, y el abrazo indica seguridad, apoyo, empatía. 

En las escenas de la infancia, se muestra a un "Bennie", con calificaciones bajas y reprendido por el director de la escuela al golpear a un compañero de clases, lo que obliga a la madre a establecer una conversación en la que le increpa a mejorar su comportamiento. La progenitora refuerza el carácter afirmando que el niño es "un chico listo", le muestra un posible escenario de éxito, presionando inclusive con las decisiones de Dios. Se puede observar entonces, que existen dos técnicas: El Reencuadre y la Afirmación. 

De la circunstancia antes descrita, se evidencia que efectivamente hay un cambio de ánimo en Bennie, en sus respuestas (pasa de un "no nos exigían mucho" a "no soy un tonto") y por ende, en la conducta; lo cual se ve reflejado en las subsiguientes secuencias.

En el cuadro de la Iglesia, se hace presente una de las técnicas más utilizadas en PNL, la "Visualización", combinada con el "Anclaje". Bennie se imagina que vive el relato efectuado por el Pastor de la Capilla, él es el protagonista de esa historia, en la que un Doctor es perseguido por ladrones. Finalmente, aparece un ratón azul, el cual había sido "creado" por su madre como estímulo externo para que asociara al mismo con lo que se quería adquirir: El Éxito. 

La historia, en escasos 17 minutos, nos muestra un sin fin de técnicas. La afirmación, por ejemplo, se repite en los discursos de la Madre quien le recuerda a Bennie que va a ser un hombre exitoso, sentenciándolo con estas palabras: "Tú puedes ser todo lo que quieras en esta vida, siempre que te esfuerces". 

El Modelaje, también se hace presente cuando la Madre le indica a los niños que deben leer dos libros por semana y presentar un informe, intrínsecamente ella busca que su conducta sea parecida al del letrado profesor cuyo estudio se encuentra adornado por una gran biblioteca

Más adelante, cuando el niño Bennie regresa a la casa materna, desesperado por el hecho ocurrido con la navaja y su compañero de clases (estuvo a punto de apuñalarlo), implora a Dios: "Señor, quítame la furia que traigo dentro"; se observa, que al abrazar la Biblia, como estímulo externo, éste aspira conducir o mejorar su comportamiento; se está en presencia del Anclaje. Lo mismo sucede, cuando están en la charla con el profesor de Medicina y éste les indica que se ha dedicado parte de su vida a estudiar el cerebro: "Se necesita coordinación mano- ojo"; allí el joven Ben (ya casi adulto), asocia el juego "metegol", con tal coordinación. 

Hay una clara escena de reencuadre en la conversación que sostiene el protagonista con su novia. Discuten sobre el rendimiento escolar (el del joven estudiante es bajo), la chica modifica su marco de referencia preguntándole sobre qué es bueno; él responde que en la lectura y que no quisiera ir a clases, ella entonces le dice que no vaya. 

La Visualización y los submodalidades auditivas siguen presentes. Por ejemplo, en el sueño que tiene Ben sobre el ejercicio de química, donde logra completar la fórmula mientras escucha palabras motivadoras (voz en off). 

Asimismo, considero que la calibración está presente en la entrevista que mantiene el protagonista con el director del Hospital Johns Hopkins, ya que lo lleva hasta su nivel al responder la pregunta sobre el porqué le interesa el cerebro humano, al final de la escena ambos comparten el gusto por la música clásica y cierran el trato al estrechar sus manos. 

Como se ha descrito, la pelicula es una rica fuente de técnicas/ estrategias variadas de PNL, cuando Ben (ya como residente), le lleva flores a la enfermera de la recepción, está tratando de que ella asocie el gesto con "buena intención", amabilidad, apertura. Hay anclaje. 

Reaparecen las submodalidades auditivas, la música clásica es una constante en la película. 

En el momento en el que el Doctor Carson (ya como Jefe de la Unidad de Neurociugía Pediátrica), indica a la madre de la niña que sufre convulsiones constantemente, que él "estaba ahí para decirle que no lo es", en referencia a las calificaciones que había recibido la infante de parte de otros médicos (epiléptica con retraso mental). Se está en presencia de una afirmación. 

Al explicar el síndrome que causa las convulsiones de la niña, se aplica la estrategia del reencuadre porque el Doctor a través de la imaginación (compara la enfermedad con un niño problema en un parque que le pega a su gemelo), logra ubicar un marco de referencia en el que los padres de la paciente pueden comprender la situación. 

La escena del quirófano, con la operación de la niña, muestra una amplia gama de submodalidades auditivas y visuales. 

La mejor escena de reencuadre y afirmación, en mi opinión, es la conversación que tiene Ben con su Madre en la cocina, mientras lavan los platos. Al hablar sobre los gemelos (que están unidos por el cerebro), ella le hace reflexionar, diciéndole: "Tal vez no puedas revivir a tus bebés salvando éstos, pero aún cuando falles al menos habrás hecho algo. Tú puedes hacerlo, seguro que sí. Tienes todo el mundo aquí dentro, sólo tienes que ver más allá de lo que ves". Perfectamente, se observa que la madre trata de que el hijo tome conciencia sobre los recursos que tiene y la posibilidad que existe de que él cambie la realidad. 

En el momento cumbre del filme, se observan múltiples submodalidades, auditivas, visuales y kinestésicas. En el quirófano, cuando Ben, a escasos minutos de tener que culminar la cirugía de uno de los Bebés sin aparentemente haber conseguido hacer el trabajo completo, tiene una Visualización y a la vez hace reencuadre , por cuando evoca recuerdos de su infancia y palabras de su madre que lo hacen concluir la operación en el término previsto, aún cuando ya había una intencionalidad de darse por vencido. 

"Siempre dije que podías hacer lo que hacen todos, sólo que mejor".- Reflexión final de la madre de Ben Carson; sin duda alguna, una película cargada de emocionalidad, de anéctodas y de reflexión... Gracias por esta experiencia!. 

África

Suena en el silencio,
más a menudo se siente,
son aquellas palabras que han dejado los seres,
y trascienden entre los chasquidos del fuego.

Siente... es la voz del agua que acaricia el alma,
Escucha el silbato del viento,
ÁFRICA!!! resuena entre mis ancestros.

Los Muertos no están muertos,
aún cuando la maleza suspira
y las hojas sollozan,
ÁFRICA!!! son mis ancestros,
y es la sombra que se alumbra,
la pasión que se espesa.

Miro en la arena, en la palma y en la montaña
voy entendiendo, que los muertos no están bajo la tierra
están dentro de ti,
de la raíz del árbol que da vida,
del trueno que ensordece
del rayo que ciega,
de la luz que oprime
en las multitudes,
en el silencio.

Esta es la voz del viento,
el soplo del ÁFRICA mía,
de mis ancestros muertos
que siguen en pie,
aún no desvanecidos
mi vida es ÁFRICA y no se han ido.

No están Muertos!
Están en la mirada del cazador furtivo
del cascabel que llama,
del verde del bosque
dentro de ti,
dentro de mi,
Son mis ancestros!

África es mi vida,
y en la madera que gime,
en las letras que esbozo,
en la hierba que llora,
en la piedra que golpea, siempre estarás tu.