Azazel, El Ángel de la Lujuria. Capítulo I: La Rebelión contra Dios.

"Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero"


Apocalipsis 12,7-9

En el Génesis.


La Piel de las Ovejas era blanca, tan blanca como la luz del sol que se colaba entre las nubes. Su pelaje aterciopelado invitaba a las caricias. Ojos amarillentos, casi sin color, y unos labios rosados como de bebé despertaban placer sexual en las hijas de Eva, que en sacrílega labor, copulaban con los machos de la especie.

En el Edén, las flores de sangrienta tonalidad creaban cadenetas unicolores que cargaban el ambiente de una fuerza espiritual sin comparación. Reinaban los Olivos, las Cayenas, los pastos verdes, higueras acompasadas en laberintos de vegetación, el fruto de la Vid se regaba por doquier y un unicornio albino degustaba las hojas de un manzano, único árbol nacido a las afueras del Jardín, cuyos frutos habían sido prohibidos por el Dios Supremo. 

Después de la expulsión de los primeros seres, Dios envió a Sofía, su mitad femenina, a reinar en el Edén. Acostumbraba a danzar desnuda, mostrando su empírea carne a Satanael, Ángel custodio del Paraíso. Cabellos color cerezo, labios encendidos en fuego que mordían la piel pálida del hijo, manos delgadas y juguetonas se alzaban por encima de los hombros, mientras su cuerpo retozaba seductoramente contra la entidad del Guardían.

Una paloma blanca alzó el vuelo distrayendo la mirada de Satanael. Ambos estaban desnudos. No tenían temor de Dios ni verguenza. Su cuerpo era delgado y los cabellos eran rizados de color dorado, superaba en altura a la Diosa, lo que hacía que para mirarla desviara su cabeza hacia abajo, ojos color celeste, tan azules como el límpido cielo. En el oído de Sofía, susurraba cánticos en honor al Padre. Su pecho, coincidía sutilmente con el hombro de la Diosa, que continuaba con su baile misterioso y cautivador. 

-No necesitamos a nadie, porque nos tenemos el uno al otro.- Balbuceó la Reina. 

Ella caminó delante del joven alzando sus manos mientras le daba la espalda. Seguidamente, Satanael se acomodó en su cuello y la hizo Inclinarse, ambos se acoplaron a un ritmo invisible, solo audible en sus pensamientos. Él acarició su vientre, mordió su oreja y lamió el cuello, ella comenzó a estremecerse, se dio la vuelta y lo rodeó con sus brazos. Ambos se miraron, el pecho comenzaba a erguirse, la excitación no ocultó el deseo sexual, sus manos reposaban abiertas y unidas, cada dedo emparentado con el otro, bajaron y subieron; ella tomó entre sus manos el falo angélico, mientras el joven recorría sus pechos jugueteando con la lengua, con su boca rodeó la mítica vagina, succionó una y otra vez el elixir de la fecundidad. 

Una cabra desfiló ante ellos. El Unicornio caminó con pasos elegantes y rodeó a la Diosa. Una serpiente se arrastró por los pies del Guardián, ambos se estremecieron, el animal se coló por su entrepierna y penetró el cuerpo de Sofía. Celoso el amante, se inclinó sobre ella e introdujo su verga una y otra vez. Ella gimió, buscó sus labios con desesperación y al unirlos con el de Satanael, la serpiente salió por su garganta, poseyendo el cuerpo del seráfico joven. 

Dominada por el hijo amado, Sofía se dirigió al árbol del fruto prohibido. Satanael se ocultó tras los frutos del manzano y vomitó la serpiente. De entre las hojas, se fue asomando poco a poco la bífida lengua, el ángel se acomodó en la espalda de la Reina y le tomó por el cuello, la víbora paseó por sus manos. Hipnotizada y seducida, la Diosa danzó nuevamente, mientras el animal se acomodaba entre su cuerpo. Copularon otra vez, el Guardián poseyó a la Madre, compitiendo con el áspid para lograr el orgasmo en la Reina. Conejos incoloros hicieron una cama de algodón, mientras las ramas de los árboles rodearon los cuerpos unidos. 

Sofía se levantó, caminó hasta el árbol y tomó el fruto prohibido entre sus manos. Sus ojos fueron cautivados por el bermellón de la manzana. Satanael la miraba de lejos, ella bailaba con los ojos cerrados paseando por su cuerpo el inmoral alimento. El reptil coqueteba con la mujer, rodeando sus caderas danzarinas. Se acercó hasta el Joven y le tendió la mano, ofreciéndole la fruta mientras sonreía. El la miró, se puso de rodillas y lamió su entrepierna. 

La Diosa se ahogó de placer. atrajo hasta sí misma el cuerpo de la manzana y la observó, la serpiente se coló hasta su boca y le rozó los labios con el respe dividido. Sofía alzó la pierna, haciendo que su muslo reposara sobre el hombro del hijo. En ese instante, sus labios carnosos rodearon la manzana, fascinados por la textura, se entreabrieron para morderla, la oveja gritó desesperada y el unicornio relinchó. Satanael se levantó e irguió la mirada, acarició el hombro de la Reina y ésta cayó tendida sobre el césped. 

El Ángel se dio media vuelta y sonrió. 

En ese instante, la Serpiente se acrecentó, su piel escamosa se fue rasgando y de ella salió un hombre, de nívea piel, cabellos negros y manos grandes. También sonreía, mostró sus dientes blancos y paseó la lengua por sus labios. Estaba desnudo, solo cubierto por secreciones ofídicas, dio dos pasos hacia adelante e increpó a Satanael: 

.- Eres un falso Dios que usurpa a la Reina Sofía. 

.-¿Te atreves a desafiarme?- respondió sin titubear el Ángel.- Nuestra madre, como Adán y Eva, ahora están atrapados en cuerpos imperfectos. 

.-¡Te desafio!.- Gritó el hombre. 

.-Azazel, me temo que no estas en posición de exigir. Ambos hemos utilizado a la Reina a nuestra conveniencia. Pero es obvio que he ganado yo. 

Satanael se dio media vuelta y chasqueó sus dedos. Acto seguido, el Unicornio galopó a velocidad increible, hiriendo en el brazo a Azazel. Un relámpago atravesó los cielos del Paraíso y un rayo cortó el paso del nuevo Dios. 

Dos ángeles más aparecieron, sus manos empuñaban dos lanzas de plata. El Guardián miró a su alrededor y dijo: 

.- Ha llegado el momento, por lo que veo la Guerra celestial ha comenzado. 

CONTINUARÁ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

África

Suena en el silencio,
más a menudo se siente,
son aquellas palabras que han dejado los seres,
y trascienden entre los chasquidos del fuego.

Siente... es la voz del agua que acaricia el alma,
Escucha el silbato del viento,
ÁFRICA!!! resuena entre mis ancestros.

Los Muertos no están muertos,
aún cuando la maleza suspira
y las hojas sollozan,
ÁFRICA!!! son mis ancestros,
y es la sombra que se alumbra,
la pasión que se espesa.

Miro en la arena, en la palma y en la montaña
voy entendiendo, que los muertos no están bajo la tierra
están dentro de ti,
de la raíz del árbol que da vida,
del trueno que ensordece
del rayo que ciega,
de la luz que oprime
en las multitudes,
en el silencio.

Esta es la voz del viento,
el soplo del ÁFRICA mía,
de mis ancestros muertos
que siguen en pie,
aún no desvanecidos
mi vida es ÁFRICA y no se han ido.

No están Muertos!
Están en la mirada del cazador furtivo
del cascabel que llama,
del verde del bosque
dentro de ti,
dentro de mi,
Son mis ancestros!

África es mi vida,
y en la madera que gime,
en las letras que esbozo,
en la hierba que llora,
en la piedra que golpea, siempre estarás tu.