Historias de Danzón y Arrabal: El Pájaro de la Bruja (Cap. II)

La música sonaba y el salón se llenaba de las más añejas melodías. “El Tango del Pecado”, acercaba a las parejas en una danza misteriosa, en un baile que los hundía cada vez más en la oscuridad. Apagado el rebullicio por la escapada de “Esmeralda”, la serpiente que adornaba los bailes de Lucrecia, todo volvía a la normalidad, seguía el desborde de lentejuelas y escarcha; en las esquinas, se confundían los amantes entre los destellos de la luz escarlata.

Victoria había pedido que Aquiles saliera del cuarto, aún le erizaba la piel pensar en la muerte o en lo que aquella carta tan oscura había anunciado. A las afueras de la “Enramada”, el extraño cántico de un ave atormentaba el silencio de la noche y, en la puerta, receloso, recibía a los clientes con las “Buenas Noches”, el más fiel de todos los empleados: Rhadamés

¡Hasta cuando este trabajo!, esto no me hace feliz. Este lugar de perversión es un nido de víboras!, refunfuñaba el tosco Rhadamés. Junto a él Carmen, una Hermosa mujer ataviada en traje negro azabache, sostenía en sus manos el dorado filo de una bandeja en la que servía tragos. Cotizaba sus besos con alto precio… Su Mirada, la que traía la muerte, embrujaba a Hombres y Mujeres por Igual.

La mujer miró detenidamente al portero, mientras le decía: Sólo por las noches te siento así. Cuando comienza la fiesta en este Lugar!; hizo una pausa y continuó, Aunque no en todas te veo triste, a veces pienso que algo malo has visto o algo malo has… (suspiró) Mira!: Allí viene la chica, esa que se ha hecho consultar con la Gitana.

El hombre hizo un ademán de desinterés. Como si tuviera tiempo para tonterías!, Debo seguir en este horrible trabajo en el que sólo obedezco. Obedecer es nuestro destino y aquel que no quiera someterse a la obediencia será necesariamente aniquilado. (Pausa), Aniquilado! Sí, ahora que no quiero someterme a la obediencia me siento aniquilado… Debo olvidar lo que había olvidado y que tú me has recordado. 
La mujer lo observó con estupor. Esta noche el pájaro de la bruja anda suelto… por eso es que te hace filosofar, como aquella noche en la que el Rey perdió su corona.

Ja!, Todas las lágrimas y todos los agasajos posibles no compensan un momento de placer envenenado por el despecho y la odiosa conducta de una tiranía.

Silencio! Calla!.¿Por qué este empeño?, ¿por qué esta exaltación?. Tu elegiste este trabajo!. Así que nada de sufrimientos. Le dijo Carmen, mientras con su mano tapaba la boca del portero.

Triste destino, este lugar de depravación me ha condenado.

¿Ahora te pesa ser un asesino?.- Le dijo de manera retadora la mujer.

Rhadamés sorprendido le grito: Un asesino!!!! Yo no soy un asesino! No!. Entonces deja de lloriquear.- Susurró Carmen.

¿Serán acaso estos remordimientos mi condena?. No soy un hombre normal, Soy un anormal!, no vivo como los demás, tengo que refugiarme en las sombras de la noche para esconder mi pecado… “Mi pecado”, No! No es un pecado el mío, yo soy un pecador!

Deja de pensar en eso, si todos los hombres pensaran en el lado oscuro de sus acciones, todos! Pero absolutamente todos! sabrían que sólo con el pensamiento han mancillado su honor.

El hombre la miró, se encogió de hombres y dijo: Ya!… ha llegado la hora en que Rhadamés , este anormal servidor, tiene que ir en contra de las leyes de la humanidad.

Con apresurado paso y como quien busca algo sin saber qué, Victoria se acarició el brazo y se acercó a la puerta, al encontrarse con el portero, le dijo suplicante: ¡Señor, señor! Quizás usted me pueda conceder el favor de que mi amigo Aquiles y yo podamos pasar la noche aquí… Por Caridad. Carmen,se acarició el cabello. Dirigió su mirada a Rhadamés y con voz firme y desafiante le increpó: ¿Ahora vas hacer el guardián del destino de esta chica?

Es sólo que… ha oscurecido muy pronto y no queremos aventurarnos a manejar por una carretera que no conocemos.- dijo Victoria.

¿Será que tienes miedo?, ¿Qué te ha dicho la Gitana, qué cosa grave han marcado las cartas para que te pongas así?.- El portero interrumpió las irónicas interrogantes de Carmen.- ¡Deja de atormentar a la joven!.

No pienses que te puedes quedar en este lugar, respondió la mujer desafiante-. Nadie puede competir con mi belleza!; te arriesgas a mucho. Aquí, en “la Enramada” todo lo he conseguido, pero también todo me han quitado.

¡Por caridad!, por Dios!... Usted…Usted, que se ve que es bueno, haga que nos permitan quedarnos.-Rogó a Rhadamés. -Disculpe Joven! No puedo hacer nada, le dijo el hombre mientras se daba media vuelta. 

Sobre la Barra, Aquiles, el escéptico, dejaba de un lado su sombrero. Admiraba la belleza de las mujeres que se paseaban a su alrededor. Y aquella noche, la de luna llena, miró sus ojos y de ellos no pudo escapar. “La Gran Dama” se le acercó, rodeó sus hombros y le entregó una Rosa. ¿Y esto?, un hombre como yo, puede ser merecedor de tan noble gesto?

Una Rosa encierra muchos secretos, la pregunta es: ¿Un Hombre como Tú, puede descifrar el Misterio que le Rodea?.- Le dijo la mujer, mientras humedecía sus labios en vino tinto. La Conversación se vio interrumpida por una agitada Victoria que corría al encuentro de su amigo.- Vamos, tenemos que salir de aquí.

Sin siquiera dejar despedirse, Aquiles salió tomado del brazo y casi a empujones de aquel lugar. Ya en las afueras de la “Enramada” y abrigados bajo el frío manto de la medianoche, Victoria se disponía a abordar el Vehículo que los había llevado hasta allí, cuando de pronto llevó sus manos al rostro y gritó: .-¿Vist, viste?

¿Qué cosa?.- Interrogó Aquiles.- Es una cosa oscura allá, en la puerta de la “Enramada” .-Casi llorando-. No he visto nada, debe ser el reflejo de la Luna.- NO!, NO!, gritó la chica desesperada.- Él está ahí, en ese lugar, ¿No lo ves? Es un ser de otro Mundo.

La chica abrazó a Aquiles. Se refugiaba en sus brazos, él trataba de averiguar con su mirada que cosa extraña había causado tanta alarma en la Joven. ¿Desde cuándo ella, Victoria, había tenido tanto miedo a lo sobrenatural?, ¿Desde cuándo la había asustado nada?. Otro vistazo más y divisó algo oscuro en las ramas del viejo samán que había frente a la casa. Era un cuervo, tan inmóvil como las viejas estatuas de la ciudad. Y de seguro era la cosa que le atemorizaba. Era el cuervo más grande que había visto nunca, gordo y brillante, con arcos iris centelleando en sus plumas negras. Podía ver cada detalle con claridad: Las ávidas garras oscuras, el afilado pico, el individual y amenazante ojo negro. Y mientras lo contemplaba fijamente, una Voz masculina detrás de él, le dijo:

¡Es el Pájaro de la Bruja!.- Gritó Jonás.

Continuará…

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África

Suena en el silencio,
más a menudo se siente,
son aquellas palabras que han dejado los seres,
y trascienden entre los chasquidos del fuego.

Siente... es la voz del agua que acaricia el alma,
Escucha el silbato del viento,
ÁFRICA!!! resuena entre mis ancestros.

Los Muertos no están muertos,
aún cuando la maleza suspira
y las hojas sollozan,
ÁFRICA!!! son mis ancestros,
y es la sombra que se alumbra,
la pasión que se espesa.

Miro en la arena, en la palma y en la montaña
voy entendiendo, que los muertos no están bajo la tierra
están dentro de ti,
de la raíz del árbol que da vida,
del trueno que ensordece
del rayo que ciega,
de la luz que oprime
en las multitudes,
en el silencio.

Esta es la voz del viento,
el soplo del ÁFRICA mía,
de mis ancestros muertos
que siguen en pie,
aún no desvanecidos
mi vida es ÁFRICA y no se han ido.

No están Muertos!
Están en la mirada del cazador furtivo
del cascabel que llama,
del verde del bosque
dentro de ti,
dentro de mi,
Son mis ancestros!

África es mi vida,
y en la madera que gime,
en las letras que esbozo,
en la hierba que llora,
en la piedra que golpea, siempre estarás tu.