Héroes Anónimos

"(...) Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado,
un dia especial este 11 de marzo,
me tomas la mano, llegamos a un tunel
que apaga la luz".

Recientemente conversaba con una persona sobre la poca disposición que tenemos los seres humanos por estar "dispuestos" y por "ayudar" al prójimo. Los antivalores han dominado la escena últimamente, veía la imagen del Papa Francisco "volando" como un superhéroe, su sonrisa amigable y la intención, maleta en mano, de rescatar aquello que nos hace mejores personas, aquello que sin duda, hace que cambiemos al mundo: Valores. El Papa, al menos, tiene la disposición de revolucionar (aguas adentro)  a la Iglesia Católica y la imagen (un tanto negativa) que se ha tenido de ella durante algún tiempo, haciéndola más humilde y más cercana a los fieles. Pero este escrito no es sobre el sumo pontifice y su cruzada contra el "mal", se trata de héroes, pero no de los que tienen capa, armas súper poderosas, lazos mágicos, un genio en una botella o los calzoncillos por fuera de los pantalones; se trata de héroes reales, de carne y hueso, que viven junto a ti y que con sus acciones nos animan a ser mejores personas y que no deberían quedar en el olvido. 

Sin miedo a nada.

No puedo ni siquiera imaginarme lo que pasaba por la mente de José Infante la mañana del 14/01/2014, cuando (quizás por intercesión de la Divina Partora), se percató de la irregularidad con la que operaba un transporte escolar por las empinadas calles del sector La Manguita, en el Estado Carabobo, y no titubeó en seguirlo. Creo que no alcanzarían las palabras para describir los miles de sentires que estremecieron la humanidad de José al ver la alucinante imagen, todo en milésimas de segundos, el impacto, el llanto, la desesperación. José, no tuvo que frotar la lámpara mágina, ni blandir las espadas de Greiscol o del Augurio, el joven no andaba en un caballo blanco o tenía un Gemelo Fantástico, simplemente le bastó su convicción y su amor por el prójimo. José tenía disposición de ayudar, reaccionando más allá de su limite y permitiendo que tres niños pudieran vivir, niños que podrán reescribir su historia gracias a un joven que con tan sólo 24 años, cambió al mundo. 

Los medios de comunicación reseñaron a José Infante como un hombre de "mirada perdida", tras la tragedia de la cual le tocó ser parte. No es para menos, ahora en su brazo derecho queda tatuado el recuerdo de ese día, entre la impotencia de no haber podido hacer más y la satisfacción de haber logrado una extraordinaria hazaña. José, seguramente no espera trofeos ni medallas, tampoco el reconocimiento público, lo veo en su humilde expresión y en su gentil conversar. Él no lo espera, pero nosotros sí, porque los héroes que lo arriesgan todo sin esperar gratitud no merecen quedar en el olvido, para él, mi admiración y mi aplauso de pie.

De la Mano con Pedro.

Seguramente, este joven estudiante de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo, no pensó que su vida cambiaría aquella mañana. Tal vez, ese día empacó su entusiasmo y sus ideales de lucha, probablemente jamás pensó; que uno de esos días, de los que van de lunes a viernes, abordaría el transporte que cambiaría su vida para siempre, de estación a estación se iban generando los sueños. Nadie puede imaginarse el dolor físico y emocional vivido por Pedro, jamás podría atreverme a describir sus sentimientos; ese día, en el que casi se apaga la luz, Pedro perdió sus piernas. Pero no su impetú, sus ganas, su fortaleza espiritual. No ha sido un camino fácil, pero este Joven ha demostrado tener disposición de vivir, de luchar y seguir creciendo. He visto sus progresos en las redes sociales, Pedro no se ha rendido, es un héroe porque más allá de las limitaciones, la esperanza nunca le ha abandonado, la fuerza y la fortaleza que tiene este muchacho sólo se puede comparar con la energía nuclear y más allá, me atrevería decir. Él sigue soñando, sigue retando al futuro, llenándose de Fe, ahora más valiente que ayer, porque la vida le ha regalado una nueva oportunidad. 

Peluche, Capitán y Collie.

Dicen que el mejor amigo del hombre es el Perro. Al decir esta frase, vienen a mis pensamientos imágenes borrosas de Peluche, el cariñoso can que siempre estuvo al lado de mi padre, día y noche, sin importar la hora o el clima. Su pelaje marrrón- rojizo y alborotado, le hizo acreedor de su nombre. Peluche corría cada mañana, durante casi más de diez años, a los brazos de su dueño, moviendo la cola y dando lenguetazos en señal de cariño. Así era, indefenso, porque encontraba en su amo alguien que le brindaba cariño y protección; un guardián, porque no dudaba en gruñir o en mostrar la temible dentadura ante la amenaza de extraños o la sensación de peligro. 

Recuerdo además, que había una canción que a mi hermana hacia llorar, tenía una estrofa que decía así: "Allí estaba echado un perro, sin comer y sin dormir, quería mirar a su dueño, no le importaba vivir". Esto me viene casi como anillo al dedo para hablar de Capitán y Collie, recientemente leía artículos referidos a estos perritos, que todo lo han dado por sus dueños, siendo guardianes de las tumbas de éstos, viven a la intemperie, de la indulgencia de extraños. La mala noticia es que Collie murió, estaba deshidratado y con daño en sus riñones, ahora seguramente juega junto a su amo en el mundo del más allá, o se despertará saltando de nube en nube, en el cielo de animales. 

He ahí mis héroes, mi pequeña porción de admiración. La lealtad no tiene precio, la esperanza no se vence y el miedo jamás será una excusa para no hacer nada. Sigamos adelante, los sueños se acaban sólo cuando muere el soñador, cree en tí, en tu capacidad de cambiar al mundo.

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África

Suena en el silencio,
más a menudo se siente,
son aquellas palabras que han dejado los seres,
y trascienden entre los chasquidos del fuego.

Siente... es la voz del agua que acaricia el alma,
Escucha el silbato del viento,
ÁFRICA!!! resuena entre mis ancestros.

Los Muertos no están muertos,
aún cuando la maleza suspira
y las hojas sollozan,
ÁFRICA!!! son mis ancestros,
y es la sombra que se alumbra,
la pasión que se espesa.

Miro en la arena, en la palma y en la montaña
voy entendiendo, que los muertos no están bajo la tierra
están dentro de ti,
de la raíz del árbol que da vida,
del trueno que ensordece
del rayo que ciega,
de la luz que oprime
en las multitudes,
en el silencio.

Esta es la voz del viento,
el soplo del ÁFRICA mía,
de mis ancestros muertos
que siguen en pie,
aún no desvanecidos
mi vida es ÁFRICA y no se han ido.

No están Muertos!
Están en la mirada del cazador furtivo
del cascabel que llama,
del verde del bosque
dentro de ti,
dentro de mi,
Son mis ancestros!

África es mi vida,
y en la madera que gime,
en las letras que esbozo,
en la hierba que llora,
en la piedra que golpea, siempre estarás tu.