Escuché la voz de un ángel diciendo: “Estos son los Vigilantes que
descendieron sobre la tierra y le revelaron a los humanos lo que era
secreto y los indujeron a pecar". Libro de Enoc
Truenos iban y venían. En el paraíso, la sangre de los alados se vertía como corrientes de agua. Gritos desgarradores rompían la sacrosanta quietud del jardín. Las lanzas plateadas atravesaron una y otra vez el cuerpo de los guardianes. Satanael invocó al gran dragón, asfixió a los guerreros e incineró las alas de sus enemigos, a quienes arrojó al estanque de fuego sin posibilidad de retornar.
La oscuridad se había apoderado del Edén.
Miguel fue derrotado por Azazel, de un centellazo cegó su mirada. Espada contra espada lucharon sin cesar. Sammael había perdido uno de sus brazos, invocó al lobo de fuego y estalló ráfagas de plasma que salían desde su hombro a borbotones. Con ellas ató a los querubines y extirpó sus etéreas almas. La lumbre recorrió cada rincón del Paraiso. En la batalla por el cielo, se confundían los hermanos. El cuerpo indolente de Sofía resbaló por el precipió y estalló en la tierra.
Azazel encaró a Satanael. Éste se levantó por encima del verde césped, sus alas goteaban el escarlata brebaje que hacía latir su corazón. Mostró sus manos blanquecinas y tronó en el cielo. Ahora el agua lavaba los inmaculados cuerpos. Sus heridas no eran de muerte, más sufría el espíritu que la Carne. La herida causada por el unicornio antes de la guerra celestial hizo tambalear a Azazel, cayó de rodillas y dos lagrimas rodearon sus mejillas. Satanael se declaraba victorioso, con cadenas de oro, sujetó a los que se habían rebelado contra Dios y les ungió aceite.Todos fueron arrojados al vacío. El guardián arrancó las alas de los ángeles y con ello cortó todo vínculo con el Dios Supremo.
El nuevo Dios alzó la espada y gritó. Bajo el gris del cielo apesadumbrado, se declaró Rey del Edén.
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel” (Apocalipsis 14:6)
Un terromoto sacudió los cimientos del planeta. Dos de los Ángeles caídos aterrizaron sobre el áspero suelo de Babilonia; uno cayó en el norte, otro en el Sur. Azazel y Sammael tomaron su lugar, el primero en la ciudad de Sodoma y el segundo fue a gobernar Gomorra. Las hijas de Eva miraron estupefactas. Hombres de mas de dos metros de altura, de belleza hipnotizante y con lanzas de plata amenazaron la tranquilidad de la ciudad. Sus espaldas aún sangraban y los ojos índigos amenazaban con la extinción.
Machos cabríos fueron sacrificados alrededor de una gran hoguera. Las mujeres desnudas, desfilaron sus pechos ante los nuevos dominadores. Los vigilantes armaron orgías, los hijos de los hijos se reprodujeron con sus hijas y éstas a su vez, copularon con sus hijos.
CONTINUARÁ...
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